La acelerada transformación del mundo del trabajo provocada por el uso extensivo de las nuevas tecnologías ha sufrido un reciente revés. Uber acaba de perder, en Reino Unido, una batalla legal de varios años. El tribunal británico rechazó el argumento de esta empresa de tecnología que considera socios, y no trabajadores, a los conductores que brindan servicio mediante su aplicación. Con base en la sentencia del tribunal, ahora los conductores pueden ser considerados trabajadores y por tanto tener derecho a vacaciones pagadas, salario mínimo y otros beneficios.
Para las empresas de tecnología la resolución del tribunal supremo supone un paso atrás, pues juzga, bajo el esquema tradicional, a los nuevos modelos de la economía colaborativa. El mundo ha cambiado, las tecnologías ya han modificado las maneras en que muchas personas se encuentran y relacionan en el mercado global, empero las legislaciones y códigos laborales no se han actualizado al mismo ritmo.
Desde hace ya un par de décadas las tecnologías de la información y comunicación provocaron una digitalización de la economía que dio paso al surgimiento de nuevas industrias apoyadas principalmente por el creciente uso de los teléfonos inteligentes. Las plataformas en línea crearon nuevas soluciones, bajo demanda, para millones de usuarios en el mundo, intercambiando entre ellos una amplia gama de bienes y servicios. La economía colaborativa ha permitido además que las transacciones se realicen a escala global.
El nuevo esquema colaborativo digital ha destacado no sólo por hacer emerger nuevas industrias, sino por crear nuevas formas de ocupación y configurar noveles esquemas para obtener ingresos, precisamente de este modelo nace el concepto conocido como economía Gig. En Estados Unidos, tras la crisis de las hipotecas del 2007, muchas personas que perdieron su empleo o vieron reducidos sus ingresos se vieron orilladas a buscar ingresos alternativos. En ese entonces surgían algunas de las principales plataformas hoy ampliamente conocidas, como Airbnb o Uber. Para muchos las plataformas les brindaron la oportunidad de un doble ingreso y para otros la posibilidad de crecer sus negocios o convertirse en trabajadores autónomos para proyectos de corto plazo. Desde que surgió este modelo de economía no ha parado de crecer.
Las nuevas formas de ocupación y de obtener ingresos han traído para muchos innumerables ventajas, pero no han estado exentas de críticas, particularmente en cuanto a la figura de la persona trabajadora. Hace algunos meses el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advirtió, en lo que fue su quinta entrega de la serie "El futuro del trabajo en America Latina y el Caribe", los retos de nuestra región para garantizar los derechos laborales en la era digital. Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentará este martes 23 de febrero su informe "Perspectivas sociales y del empleo" que en esta ocasión analiza el impacto de las plataformas laborales digitales en el mundo del trabajo.
Estamos ante un modelo, que si bien implica desafíos, no dejará de crecer, tanto por su fácil acceso, costos más competitivos y, en general, por los nuevos hábitos de consumo y forma como las personas nos relacionamos. Las tecnológicas han sido el facilitador de un modelo que ha creado una nueva faceta en el mundo del trabajo. Así como se distingue al sector formal de la economía respecto al informal, o separamos, incluso con legislaciones distintas, a los trabajadores del sector público versus a los del sector privado, ahora existe esta otra categoría de ocupación, la que surge de las plataformas por medio de las tecnologías y es en definitiva distinta a los empleos tradicionales. No se debería juzgar bajo el mismo modelo.
Uber es uno de los casos más emblemáticos, por ello la reciente resolución es de particular interés. La resistencia a que nuevos jugadores, particularmente por medio de plataformas, entren a competir en la cancha de la economía se ha hecho presente de diferentes maneras. En nuestro país la oposición a que Uber opere, principalmente en los aeropuertos, ha sido en algunos casos feroz. Pretender tomar un Uber, o cualquier servicio similar, desde aeropuertos en diversas ciudades de nuestro país es prácticamente una odisea. La batalla contra las plataformas se libra en diferentes frentes.
Para muchas organizaciones la transformación digital es ya una estrategia corporativa, estamos ante una transformación que no tiene ya retorno, avanzar hacia esquemas de negocio a través de las plataformas tecnológicas significará para muchas empresas su propia continuidad o, de no hacerlo, su desaparición.
Las nuevas tecnologías han ya diversificado a la economía, juzguémoslas con mira al futuro y no bajo el modelo del siglo pasado.
@aagarcia_parga